Comentario
De los puertos que hay desde la ciudad de Panamá hasta llegar a la tierra del Perú, y las leguas que hay de uno a otro, y en los grados de altura que están
A todo el mundo es notorio cómo los españoles, ayudados por Dios, con tanta felicidad han ganado y señoreado este Nuevo Mundo que Indias se llama. En el cual se incluyen tantos y tan grandes reinos y provincias, que es cosa de admiración pensarlos, y en las conquistas y descubrimientos tan venturosos, como todos los que en esta edad vivimos sabemos. He yo considerado que, como el tiempo trastornó con el tiempo largo otros estados y monarquías y las traspasó a otras gentes, perdiéndose la memoria de los primeros, que andando el tiempo podría suceder en nosotros lo que en los pasados, lo cual Dios nuestro Señor no permita, pues estos reinos y provincias fueron ganadas y descubiertas en tiempo del cristianísimo y gran Carlos semper Augusto, emperador de los romanos, rey y señor nuestro, el cual tanto cuidado ha tenido y tiene de la conversión destos indios. Por las cuales causas yo creeré que para siempre España será la cabeza deste reino, y todos los que en él vivieren reconocerán por señores a los reyes della. Por tanto, en este capítulo quiero dar a entender a los que esta obra leyeren la manera de navegar por los rumbos y gardos que en el camino del mar hay de la ciudad de Panamá al Perú. Donde digo que el navegar de Panamá para el Perú es por el mes de enero, febrero y marzo, porque en este tiempo hay siempre grandes brisas y no reinan los vendavales, y las naos con brevedad allegan a donde van, antes que reine otro viento, que es el sur, el cual gran parte del año corre en la costa del Perú; y así, antes que viente el sur, las naos acaban su navegación. También pueden salir por agosto y setiembre, mas no van tan bien como en el tiempo ya dicho. Si fuera destos meses algunas naos partieren de Panamá, irán con trabajo, y aun harán mala navegación y muy larga; y así, muchas naos arriban sin poder tomar la costa. El viento sur y no otro reina mucho tiempo, como dicho he, en las provincias del Perú desde Chile hasta cerca de Tumbez, el cual es provechoso para venir del Perú a la Tierra Firme, Nicaragua y otras partes, mas para ir es dificultoso. Saliendo de Panamá, los navíos van a reconoscer las islas que llaman de las Perlas, las cuales están en ocho grados escasos a la parte del sur. Serán estas islas hasta veinticinco o treinta, pegadas a una que es la mayor de todas. Solían ser pobladas de naturales, mas en este tiempo ya no hay ninguno. Los que son señores dellas tienen negros y indios de Nicaragua y Cubagua, que les guardan los ganados y siembran las sementeras, porque son fértiles. Sin esto se han sacado gran cantidad de perlas ricas, por lo cual les quedó el nombre de islas de Perlas. Destas islas van a reconoscer a la punta de Carachine, que está dellas diez leguas noruestesueste con la isla Grande. Los que llegaren a este cabo verán ser la tierra alta y montañosa; está en siete grados y un tercio. Desta punta corre la costa a puerto de Piñas a sudueste cuarta del sur, y está della ocho leguas, en seis grados y un cuarto. Es tierra alta, de grandes breñas y montañas; junto a la mar hay grandes piñales, por lo cual le llaman puerto de Piñas; desde donde vuelve la costa al sur cuarta de sudueste hasta cabo de Corrientes, el cual sale a la mar y es angosto. Y prosiguiendo el camino por el rumbo ya dicho se va hasta llegar a la isla que llaman de Palmas, por los grandes palmares que en ella hay; terná en contorno poco más de legua y media; hay en ella ríos de buena agua, y solía ser poblada. Está de cabo de Corrientes veinte y cinco leguas y en cuatro grados y un tercio. Desta isla corre la costa por el mismo rumbo hasta llegar a la Bahía de la Buena ventura, y está de la isla tres leguas, poco más; junto a la bahía, la cual es muy grande, está un peñol o farallón alto; está la entrada de la bahía en tres grados y dos tercios; toda aquella parte está llena de grandes montañas, y salen a la mar muchos y muy grandes ríos, que nacen en la sierra; por el uno dellos entran las naos hasta llegar al pueblo o puerto de la Buena ventura4l. Y el piloto que entrare ha de saber bien el río, y si no, pasará gran trabajo, como lo he pasado yo y otros muchos, por llevar pilotos nuevos. Desta bahía corre la costa al este cuarta del sueste hasta la isla que llaman de Gargona, la cual está de la Bahía veinte y cinco leguas. La costa que corre en este término es baja, llena de manglares y otras montañas bravas. Salen a la costa muchos ríos grandes, y entre ellos el mayor y más poderoso es el río de San Juan, el cual es poblado de gentes bárbaras, y tienen las casas armadas en grandes horcones a manera de barbacoas o tablados, y allí viven muchos moradores, por ser los canelles o casas largas y muy anchas. Son muy riquísimos estos indios de oro, y la tierra que tienen muy fértil, y los ríos llevan abundancia deste, metal; mas es tan fragosa y llena de paludes o lagunas, que por ninguna manera se puede conquistar si no es a costa de mucha gente y con gran trabajo. La isla de la Gorgona es alta, y adonde jamás deja de llover y tronar, que paresce que los elementos unos con otros combaten. Terná dos leguas de contorno, llenas de montañas; hay arroyos de buen agua y muy dulce, y en los árboles se ven muchas pavas, faisanes y gatos pintados y grandes culebras, y otras aves nocturnas; parece que nunca fue poblada. Aquí estuvo el marqués don Francisco Pizarro con trece cristianos españoles, compañeros suos, que fueron los descubridores desta tierra que llamamos Perú. Muchos días (como diré en la tercera parte desta obra) ellos y el gobernador pasaron grandes trabajos y hambres, hasta que enteramente Dios fue servido que descubriese las provincias del Perú. Esta isla de la Gorgona, está en tres grados; della corre la costa al oessudueste hasta la isla de Gallo, y toda esta costa es baja y montañosa y salen a ella muchos ríos. Es la isla de Gallo pequeña; terná de contorno casi una legua; hace unas barrancas bermejas en la misma costa de tierra firme a ella; está en dos grados de la equinocial. De aquí vuelve la costa al sudueste hasta la punta que llaman de Manglares, la cual está en otros dos grados escasos, y hay de la isla a la punta ocho leguas, poco más o menos. La costa es baja, montañosa y salen a la mar algunos ríos, los cuales la tierra dentro están poblados de las gentes que dije que hay en el río de San Juan. De aquí corre la costa al sudueste hasta la bahía que llaman de Santiago, y hácese una gran ensenada, donde hay un ancón que nombran de Sardinas; está en él el grande y furioso río de Santiago, que es donde comenzó la gobernación del marqués don Francisco Pizarro. Está quince leguas la bahía de Punta Manglares, y acaece las naos tener la proa en ochenta brazas y estar la popa zabordada en tierra, y también acontece ir en dos brazas y dará luego en más de quince, lo cual hace la furia del río; mas aunque hay estos bancos no son peligrosos ni dejan las naos de entrar y salir a su voluntad. Está la bahía de oeste en demanda del cabo de San Francisco, que está de la bahía diez leguas. Está este cabo en tierra alta, y junto a él se hacen unas barrancas bermejas y blancas también altas, y está este cabo de San Francisco en un grado a la parte del norte de la equinocial. Desde aquí corre la costa al sudueste hasta llegar al cabo de Passaos, que es por donde pasa la línea equinocial. Entre estos dos cabos o puntas salen a la mar cuatro ríos muy grandes, a los cuales llaman los Quiximies; hácese un puerto razonable, donde las naos toman agua muy buena y leña. Hácense del cabo de Passaos a la tierra firme unas sierras altas que dicen de Quaque; el cabo es una tierra no muy baja, y vense unas barracas como las pasadas.